lunes, 27 de octubre de 2008

DIALOGAMOS LUEGO CAMBIAMOS EL MUNDO.

Aludía Javier Gómez en una de sus primeras entradas de su nuevo blog a una conversación mantenida con su tocayo menor y amigo nuestro y la supuesta incapacidad de la misma para cambiar el mundo: "Nuestra conversación probablemente no cambiará el mundo..."; a lo que yo mismo le contestaba, en tono pretendidamente poético que, de eso nada, que siempre que conversamos cambiamos el mundo. Y no era broma.
Recientemente, la recién premiada con el Príncipe de Asturias Ingrid Betancourt, esa heroína de ficción perteneciente a nuestros tiempos, real como la vida misma aunque parezca surgida de una pesadilla, reivindicaba el diálogo político para acabar con el terrorismo en España. Es evidente que su metedura de pata proviene de su ignorancia acerca de los temas que nos ocupan pero, sin saberlo, estoy seguro que sus declaraciones son básicamente una muestra de apoyo a los que rechazamos la negociación con los terroristas: al fin y al cabo, esta mujer viene defendiendo sus propuestas en sede parlamentaria. Ya años atrás, Gemma Nierga, y tantos otros antes y después, reivindicaba el diálogo directo con los asesinos de Ernest Lluch en la propia manifestación de rechazo, ante los rostros palidecidos del entonces presidente de Gobierno y otros representantes institucionales. Efectivamente, otro error de manual, pues ya sabemos perfectamente bien a estas alturas que la primera de las claves para acabar con ese submundo es repetirles tantas veces como nos amenacen (y nos amenazan a todas horas) que no se negociará nada con quienes, no sólo carecen de representación popular, sino que pretenden acabar con ella.
Cuando digo que incluso quien se equivoca tan flagrantemente nos echa sin quererlo un capote o al menos nos da la razón, lo digo porque no hay posibilidad ni científica ni física de mantener un diálogo resolutivo del tipo que sea con quien trabaja por horas en la cosa terrorista: el diálogo debe ser de igual a igual... y para eso están todos los parlamentos del mundo, cuya antítesis la representan las bandas terroristas que nos asolan. Para dialogar y realizar propuestas existen las diversas asociaciones y los partidos políticos, que deciden conformarse legalmente como tal y orillar toda expresión violenta. Para acabar con la palabra están las bandas terroristas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo en el fondo de tu comentario. Luego en lo que estamos de acuerdo incluso con los que piden dialogo no tanto, existe mucho papanatismo en este asunto y hay muchos que por una razon (como los nacionalistas) como por otra (el papanatismo y buenismo como podria ser el caso de Ingrid) todavia creen que se puede negociar con asesinos.
Saludos/Jose Maria

FÍGARO dijo...

Ingrid Betancourt es cualquier cosa menos una ignorante. Por su formación, por su trayectoria, por su dolorosa vivencia....

Una cosa es que se pueda estar de acuerdo o no con ella, y otra las descalificaciones mayestáticas desde la posesión de la verdad.

No veo por qué razón hay que elevar a categoría absoluta indiscutible un arma - el diálogo - que puede ser útil o perjudicial, y ello en mayor o en menor medida, según con quien y cuando y donde.

Muchas situaciones delictivas sin ningún matiz político (Atracos con rehenes, por ejemplo) acaban felizmente porque se inicia un diálogo entre Policía y atracadores que evita un baño de sangre.

Procesos de guerrilla marxista-leninista como las FARC colombiana o ETA, mezclan elementos puramente delictivos, con elementos revolucionarios, con elementos populistas que les dan un cierto respaldo social.

En el caso de ETA, que es el que conocemos mejor, se puede y se debe actuar con todo el peso de la Ley y detener y encarcelar a los diez, veinte, cincuenta o doscientos activistas - los que sean - pero sin olvidar que hay detrás unas docenas de miles de ciudadanos que les apoyan y jalean, y que votan a quienes ellos mandan votar, y a esa masa social no queda más remedio que desactivarla mediante procesos de diálogo.

Porque ni todos son delincuentes, ni aunque lo fueran tenemos cárceles para todos.

Por último, un matiz importante: Una cosa es dialogar (Intercambiar puntos de vista, conocer las razones y pretensiones del contrario) y otra negociar (Dar para recibir a cambio).

Ingrid Betancourt en ningún momento ha dicho que los terroristas tienen que sacar provecho político a cambio de las vidas de los rehenes, o que haya que ceder a sus pretensiones políticas. Ha dicho diálogo para salvar vidas.

Estos dias hemos asistido a la liberación del preso más antiguo de las FARC; No han conseguido ventajas como grupo terrorista. El activista que ha traicionado a las FARC posibilitando la liberación de Oscar Lizcano, ha conseguido una nueva vida en Francia.

¿Son ignorantes las autoridades colombianas por haber dialogado con ese terrorista? ¿Son ignorantes o inmaduras las autoridades francesas que se han prestado al trato?

¿Seríais capaces de mantener la negativa al diálogo mirándole a los ojos a Oscar Lizcano?

Nadie está en posesión de la verdad. Un poquito de prudencia y de reflexión.

Ingris Betancourt ha dado una lección de entereza y de humanidad, y se ha granjeado la admiración del mundo. No pretendamos darle lecciones nosotros a ella.

Icu dijo...

A Figaro: segun entendi yo, lo que Gorka quiere decir es que no se debe dialogar politicamente con los terroristas, no que no se pueda dialogar.

De todos modos, en lo que parece que la mayoría estamos de acuerdo (al menos yo lo estoy), es en que no se debe negociar con ETA. Si quieren voz política, que abandonen las armas y defiendan sus ideas por vías exclusivamente democráticas, porque el lugar para dialogar y negociar politicamente es el parlamento, que es la representación de la voz ciudadana.

gorka maneiro labayen dijo...

Entiendo que el dialogo debe ser de igual a igual, para que pueda llamarse como tal. En el momento en que se decida dialogar o negociar con los terroristas, traicionamos a la sociedad representada. Basico es que los terroristas no tengan esperanza ninguna, para que asi cejen en su empeno cuanto antes.

(sin tildes y sin enes)

FÍGARO dijo...

Una persona sin esperanza (O desesperada) es una persona que no tiene nada que perder. Y eso le convierte en peligrosísima, especialmente cuando dispone de explosivos y armamento.

La famosa Transición española fué posible porque gracias al desarrollismo, España se habia convertido en un pais de clases medias, y la gente estaba dispuesta a lo que fuera, antes que repetir la Guerra Civil.

Una cosa es ofrecer ventajas políticas a los terroristas, lo cual es antipedagógico como bien dices, y otra cosa es que puedan mejorar su futuro penal o penitenciario si nos ahorran más sufrimiento estéril.

Adicionalmente, esta estrategia puede servir para meter cuñas que rompan la unidad de la banda: Al Pakito de turno, le dará igual que una condena de 4.000 años se la reduzcan a 2.000, pero al que no tiene delitos de sangre, que es el caso de los condenados por apología, o por simple integración en banda armada, una reducción a la mitad le supone mucho. Y son muchos más los que tienen condenas pequeñas, o bien los que tienen ya gran parte de su condena cumplida, y podrían acogerse a beneficios penitenciarios a cambio del abandono incondicional de su militancia.

Si logramos deserciones de esos adláteres, que son la mayoría del colectivo, al final quedará un núcleo duro más o menos irreductible, pero que será pequeño, y estará socialmente aislado.

El día que consigamos que ETA quede como el GRAPO, no habremos terminado con la violencia y seguirá atentando, pero desaparecerá la base social que le da apoyo, y que le nutre de activistas de reemplazo para sustituir a los detenidos. Creo que ese día habremos dado un gran paso.

Y esa puede ser una idea mejor que esperar a detenerlos uno a uno. ¿No crees?

gorka maneiro labayen dijo...

Claro, Fígaro, creo que el mundo de los presos podría ser, quién sabe, el creador de un germen para finiquitar el tema. Estoy bastante de acuerdo en lo que dices.

Anónimo dijo...

Como ejemplo, cuando estaba abierta la puerta con el dialogo entre el estado y la banda terrorista, Ainhoa Mugica, integrante de la banda, comentaba con sus padres; las cosas van por buen camino, pronto se solucionará; al poco tiempo sucedio el atentado de Barajas.