Vamos a ver: no es que quiera teledirigir los compromisos públicos y líbremente asumidos de cada uno de los ciudadanos españoles. Cada uno de ellos tendrá sus preferencias, sus afinidades, su ideología y su visión del mundo. Yo mismo he admirado siempre a los misioneros que marchan a lugares recónditos para mejorar la situación de abandonados seres humanos, pero no he movido un dedo al respecto ni intentado hacer lo mismo. Me conformé con ser socio de diversas asociaciones benéficas, poca cosa en todo caso. Hay quien dedica su tiempo libre a la extraordinaria tarea de acompañar los últimos momentos de vida de los ancianos y quien prefiere dedicarse a luchar por los derechos de los padres separados. Los hay enrrolados en asociaciones feministas, ecologistas o antinucleares y, compartamos o no sus reivindicaciones, el solo compromiso ya dice algo de quien lo asume. Hay, evidentemente, personas más o menos militantes. Y a quienes el miedo les impide dar un paso al frente.
Anteayer, por ejemplo, hemos tenido a través de los medios de comunicación (facil) acceso a la plataforma liderada por Javier Bardem y su puesta de largo, compuesta por él mismo, sus pantalones vaqueros y varias decenas de actores y actrices españolas. Su lucha es por el reconocimiento del Frente Polisario y la lucha del pueblo saharaui, "para devolverles la libertad a esas 200.000 personas que fueron españolas y están abandonadas en el desierto desde hace 33 años". La iniciativa me parece elogiable. Y necesaria y a la que humildemente me apunto: ¿dónde hay que firmar? Como bien dijo Bardem, esas firmas "no tienen valor legal, pero sí moral" y ojalá puedan servir para algo.
Pero como somos muy quisquillosos, algunos no estamos tan satisfechos como podría suponerse. Esa iniciativa en favor del pueblo saharaui les concede a los actores un aura solidaria, comprometida y casi revolucionaria. Incluso lloraron en el desierto, nos dijeron y no lo dudo. Sin embargo, ese compromiso no sólo no es gratuito, sino que incluso les ha permitido salir a la palestra pública, cosa necesaria para la profesión que ejercen. No quiero ser malo ni que me tilden de extremista, pero a algunos nos duele que estas personas con tanta trascendencia pública, no se hayan acercado al desierto vasco (tan cerquita y en una de cuyas ciudades se celebra un festival de cine y... se come de maravilla), donde se juegan la vida centenares de individuos que aspiran a ser ... ciudadanos españoles (aspiran porque todavía no lo han sido, al contrario que los saharauis). Ay, cuánto se habría avanzado si hubiéramos podido contar con su (arriesgada) presencia y con otros muchísimos famosos por nuestras calles (de su propio país), firmando por la ciudadanía y contra el chantaje terrorista. La situación es evidente que lo exige. No obstante, algunos de ellos lo han hecho alguna vez, y se lo agradecemos inmensamente.
Escuché al final del evento decir a Carmelo Gómez algo así como lo siguiente: "Cualquier postura contraria a la que aquí planteamos por parte del Gobierno español, deberá ser llamada como lo que es: un acto de cobardía". Ay, Carmelo, me quitaste la palabra de la boca.
2 comentarios:
A lo largo de su negra historia ETA ha asesinado a mas de 900 personas, de ellas 75 lo fueron a en algún mes de septiembre y 23 en los últimos días del mes coincidiendo con el festival de cine. Bueno, pues el colectivo de cineastas, que tanto presume de compromiso democrático, no se ha solidarizado nunca con ninguna víctima. Lamentable
Hay muy poco que añadir a lo descrito por Gorka. Quizá decir lo mismo de los músicos. No ha habido concierto al que haya asistido, en el que no se haya ensalzado la belleza del Euskera, o recordado que donde se hacía el concierto era una tierra llamada Euskal Herría.
Lo que nunca he visto en un concierto celebrado en Euskadi es una reflexión acerca de la falta de libertad que sufren muchos ciudadanos en ésta comunidad autónoma.
En fin, será que los conciertos a los que voy no son los más indicados.
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