UN VILLANCICO EN AVILÉS.

Me hizo mucha gracia. Justo en el momento en que miembros del partido en Euskadi degustábamos la segunda de las copas, justo en el momento en que Marisol nos explicaba pormenorizadamente sus maratonianas conversaciones telefónicas con tipos extraños y poco transparentes, justo en el momento en que Carmen y servidor reíamos por estas cosas que nos cuentan con tanta gracia, justo en el momento en que Carlos solicitaba encarecidamente a Marisol una tregua en sus infinitas explicaciones y milimétricos relatos, justo en el momento en que Javi clamaba repetidamente por una justa acumulación de fuerzas en las elecciones vascas, justo cuando Conchita asentía hacia su izquierda y negaba lo de la derecha de manera casi silenciosa, justo a esa hora de la tarde tan divertida de ayer... me llamó mi cuñada. No le pude coger porque acostumbro a tener el móvil apagado cuando los circunstancias corren serio peligro de verse perturbadas por una llamada intempestiva de móvil. Pero ésta no lo era. Lo que mi asturiana cuñada Fanny quería contarme era que acababa de ver en Avilés, en vivo y en directo, de manera inesperada, a un grupo de gente perteneciente a ese tu partido tuyo tan raro que debe llamarse algo así como UPyD, en manifestación festiva y navideña, risueña y divertida, irreverente, liderando a la ciudadanía crítica contra la privatización del agua que socialistas y populares deben pretender en el municipio. Fanny reía y yo también pues cantaban ese villancico tan popular sólo que modificada la letra: "Ande, ande, ande, la marimorena, que los concejales son de puta pena...".

Yo quiero ser como nuestros amigos de Avilés. Enhorabuena.