Más allá de los asuntos puramente municipales que cada candidato, con el resto del partido político detrás, explicará sucintamente en sus comparecencias públicas y privadas, me permito la licencia de explicar cuáles siguen siendo las líneas programáticas fundamentales de UNIÓN PROGRESO y DEMOCRACIA para Euskadi, es decir, qué es aquello que nos diferencia, qué es lo que sigue siendo el ADN de esta nueva formación política sobre la que cada día más medios de comunicación vascos hablan.
Defendemos la regeneración de la democracia, no porque estemos por encima del bien y del mal o libres de toda tentación, sino porque nos hemos confabulado orgánica y estatutariamente para aportar una voz distinta y una actitud diferente a la política española. Porque nos hemos unido ciudadanos distintos hartos del sectarismo de los partidos políticos tradicionales, del bipartidismo imperfecto que padecemos y del circo en que la gestión de lo público se ha convertido. Y porque nuestra carencia de hipotecas nos permite ser enteramente libres y decir siempre lo que pensamos. Por esto proponemos un discurso alternativo pero constructivo, por esto somos firmes en lo esencial pero flexibles en lo accesorio y por eso queremos convencer pero no renunciamos a ser convencidos con razones y argumentos. Fernando Savater me escribió recientemente para expresarme que él estaba dispuesto a participar en cuantos actos de UPyD se celebrasen, con una sola condición: que fueran actos, no para dar pena, sino para plantar cara. Y ahí también se recoge nuestra forma de ser: no queremos quejarnos amargamente de lo que no hacen otros, sino proponerlo nosotros. Plantear alternativas políticas a la nadería imperante. Y hacerlo con convicción y convencimiento (y con alegría).
Defendemos la limitación de mandatos, para que en la acción política corra el aire y éste sea fresco, y las listas abiertas, para que los candidatos y los representantes de los ciudadanos no sean los más dóciles sino los mejores, tal como recientemente nuestro Nicolás de Miguel señaló en rueda de prensa. Y la reforma de las injustas leyes electorales actualmente vigentes, de modo que el voto de los ciudadanos valga lo mismo.
Como somos un partido político que defiende la igualdad ciudadana, proponemos la eliminación del régimen de Concierto Económico para el País Vasco, por suponer, a través del cálculo fraudulento que se realiza del Cupo, una apropiación indebida e injusta de los dineros de los restantes ciudadanos españoles. Baste decir que tenemos los vascos una financiación per cápita equivalente al 160 ó 170 por ciento de la que tienen los restantes ciudadanos españoles. Y nosotros no queremos privilegios de ningún tipo. La propuesta en positivo es evidente: un sistema de financiación común para el conjunto del país, que elimine privilegios económicos basados o no en los antidemocráticos derechos históricos.
La Ley de Territorios Históricos es, digamos, la ley que especifica la articulación interna de Euskadi y distribuye las competencias entre el Gobierno Vasco y las Diputaciones Forales. Esta ley debe modificarse, de modo que haya determinadas competencias que pasen al Gobierno Vasco y otras lo sean de los municipios. La distribución actual es fuente de duplicidades, despilfarro y desigualdad ciudadana. Se trata de proponer una alternativa que sirva mejor y de manera más igualitaria a los vascos. Como es sabido, y así lo hemos dicho, proponemos para el conjunto del país la eliminación de las diputaciones, y también de las diputaciones forales. En concreto para Euskadi, no es normal que para una comunidad de dos millones de habitantes tengamos cuatro parlamentos y tres haciendas forales, éstas al margen del control del Gobierno Vasco. Son resquicios históricos amparados por el conservadurismo vasco que deben ser profundamente reformados. Cuando lo hemos propuesto en sede parlamentaria, ni PNV ni PP ni PSE nos han acompañado.
Euskadi, como otras comunidades españolas, sufre un exceso de entes, fundaciones, empresas públicas y semipúblicas que pululan por nuestra geografía sin otra razón conocida que la de acomodar a los partidarios de los gobernantes de turno, y por donde se van todos los años ingentes cantidades de dinero público. Esa tela de araña debe ser disuelta. Es una tarea pendiente. Y tal compromiso nos permitiría aportar luz sobre el control de los dineros públicos, su control y su uso. Y ese dinero debe destinarse a otros menesteres: I+D+i, promoción e impulso de nuevas empresas y autónomos, ayudas sociales, inversiones productivas, generación de empleo, internacionalización de nuestras empresas, infraestructuras modernas y desarrollo humano.
Es obvio que seguimos siendo los únicos que defendemos la despolitización de los órganos de gobierno de las cajas de ahorros, las fusiones basadas en decisiones empresariales y lideradas por profesionales, la despolitización de la Justicia y la objetividad informativa de los medios públicos de comunicación. Todos estos son problemas que provienen de lo que Jose María Fidalgo denomina “el mayor proceso de privatización habido en España durante los últimos 30 años: el proceso llevado a cabo por los partidos políticos españoles consistente en apropiarse y copar todos los espacios de la sociedad”. Es cierto, hoy día las cajas de ahorros, la Justicia y los medios de comunicación están dirigidos por los partidos políticos.
Y una política de vivienda que priorice e impulse la vivienda pública exclusivamente en alquiler, como método más progresista y justo, destinada preferentemente a los ciudadanos con menos recursos, con baremos revisables temporalmente y sin el cutre sistema del sorteo. Y que las ayudas sociales destinadas por el Gobierno Vasco, las Diputaciones Forales y los Municipios lleguen a las personas más necesitadas y que éstas no tengan más o menos garantías dependiendo del municipio donde residan. Debemos garantizar la igualdad de los vascos respecto del conjunto de los ciudadanos españoles pero también la igualdad de los vascos independientemente del municipio o territorio histórico donde resida. Y un bilingüismo voluntario e integrador, y políticas progresistas, y el Estado del Bienestar, y una política educativa y cultural moderna y adecuada a los nuevos tiempos. Y un sistema fiscal común. Y la devolución de las competencias de Educación y Sanidad al Gobierno Central. Y la defensa de la racionalización del actual Estado Autonómico, introduciendo profundas reformas a través de los mecanismos establecidos, de modo que podamos constituir un verdadero Estado Federal, conformado por Comunidades Autónomas con las mismas competencias y mismo trato otorgado por el Gobierno Central. Y el laicismo. Y la unificación de municipios. Y una mayor participación ciudadana en decisiones políticas relevantes y una política de infraestructuras razonable y sostenible: es decir, y por poner un ejemplo, que no es necesario, sino todo lo contrario, que todas las capitales de provincia tengan su particular palacio de congresos, su particular aeropuerto, su particular Estadio Olímpico o su particular Museo Internacional sobre no sé qué cosa. Y a los candidatos les toca explicar esto.
Son, a la vista está, muchas cosas que nos diferencian claramente del resto. Propuestas concretas que están siendo defendidas desde hace tres años en el Congreso de los Diputados y desde hace dos en el Parlamento Vasco. Y ahora deben ser igualmente defendidas allí donde se toman decisiones que afectan a los ciudadanos: ayuntamientos y diputaciones forales. Y, obviamente, serán acompañadas de otras medidas más locales, medidas que antes deberán tener una lectura global y contextualizada en el resto de políticas generales.
Y todo esto debemos defenderlo sin sectarismos y con amplia visión de Estado, defendiendo los mismos principios en todos los lugares: porque es lo que más interesa a una mayoría de ciudadanos. Y todo esto debemos defenderlo localmente allí donde nos encontremos, pero previa lectura global del mundo que nos rodea. Debemos alejarnos radicalmente de localismos, regionalismos, particularismos o nacionalismos. Porque somos la alternativa a todo ello. Porque somos la alternativa que defiende la soberanía del individuo frente a las identidades colectivas. Porque defendemos la unión frente a los separatismos. La igualdad y la justicia frente a los privilegios. Y la acción política y el compromiso público… frente a la vida contemplativa y a la ira del español sentado, ese del que habló nuestro amigo Álvaro Pombo.
Gracias, por tanto, a todos los candidatos por dejar de ser españoles cabreados que permanecen sentados. Gracias por levantaros, dar un paso al frente y tratar de cambiar las cosas. De hecho, todos juntos ya lo estamos haciendo.
Defendemos la regeneración de la democracia, no porque estemos por encima del bien y del mal o libres de toda tentación, sino porque nos hemos confabulado orgánica y estatutariamente para aportar una voz distinta y una actitud diferente a la política española. Porque nos hemos unido ciudadanos distintos hartos del sectarismo de los partidos políticos tradicionales, del bipartidismo imperfecto que padecemos y del circo en que la gestión de lo público se ha convertido. Y porque nuestra carencia de hipotecas nos permite ser enteramente libres y decir siempre lo que pensamos. Por esto proponemos un discurso alternativo pero constructivo, por esto somos firmes en lo esencial pero flexibles en lo accesorio y por eso queremos convencer pero no renunciamos a ser convencidos con razones y argumentos. Fernando Savater me escribió recientemente para expresarme que él estaba dispuesto a participar en cuantos actos de UPyD se celebrasen, con una sola condición: que fueran actos, no para dar pena, sino para plantar cara. Y ahí también se recoge nuestra forma de ser: no queremos quejarnos amargamente de lo que no hacen otros, sino proponerlo nosotros. Plantear alternativas políticas a la nadería imperante. Y hacerlo con convicción y convencimiento (y con alegría).
Defendemos la limitación de mandatos, para que en la acción política corra el aire y éste sea fresco, y las listas abiertas, para que los candidatos y los representantes de los ciudadanos no sean los más dóciles sino los mejores, tal como recientemente nuestro Nicolás de Miguel señaló en rueda de prensa. Y la reforma de las injustas leyes electorales actualmente vigentes, de modo que el voto de los ciudadanos valga lo mismo.
Como somos un partido político que defiende la igualdad ciudadana, proponemos la eliminación del régimen de Concierto Económico para el País Vasco, por suponer, a través del cálculo fraudulento que se realiza del Cupo, una apropiación indebida e injusta de los dineros de los restantes ciudadanos españoles. Baste decir que tenemos los vascos una financiación per cápita equivalente al 160 ó 170 por ciento de la que tienen los restantes ciudadanos españoles. Y nosotros no queremos privilegios de ningún tipo. La propuesta en positivo es evidente: un sistema de financiación común para el conjunto del país, que elimine privilegios económicos basados o no en los antidemocráticos derechos históricos.
La Ley de Territorios Históricos es, digamos, la ley que especifica la articulación interna de Euskadi y distribuye las competencias entre el Gobierno Vasco y las Diputaciones Forales. Esta ley debe modificarse, de modo que haya determinadas competencias que pasen al Gobierno Vasco y otras lo sean de los municipios. La distribución actual es fuente de duplicidades, despilfarro y desigualdad ciudadana. Se trata de proponer una alternativa que sirva mejor y de manera más igualitaria a los vascos. Como es sabido, y así lo hemos dicho, proponemos para el conjunto del país la eliminación de las diputaciones, y también de las diputaciones forales. En concreto para Euskadi, no es normal que para una comunidad de dos millones de habitantes tengamos cuatro parlamentos y tres haciendas forales, éstas al margen del control del Gobierno Vasco. Son resquicios históricos amparados por el conservadurismo vasco que deben ser profundamente reformados. Cuando lo hemos propuesto en sede parlamentaria, ni PNV ni PP ni PSE nos han acompañado.
Euskadi, como otras comunidades españolas, sufre un exceso de entes, fundaciones, empresas públicas y semipúblicas que pululan por nuestra geografía sin otra razón conocida que la de acomodar a los partidarios de los gobernantes de turno, y por donde se van todos los años ingentes cantidades de dinero público. Esa tela de araña debe ser disuelta. Es una tarea pendiente. Y tal compromiso nos permitiría aportar luz sobre el control de los dineros públicos, su control y su uso. Y ese dinero debe destinarse a otros menesteres: I+D+i, promoción e impulso de nuevas empresas y autónomos, ayudas sociales, inversiones productivas, generación de empleo, internacionalización de nuestras empresas, infraestructuras modernas y desarrollo humano.
Es obvio que seguimos siendo los únicos que defendemos la despolitización de los órganos de gobierno de las cajas de ahorros, las fusiones basadas en decisiones empresariales y lideradas por profesionales, la despolitización de la Justicia y la objetividad informativa de los medios públicos de comunicación. Todos estos son problemas que provienen de lo que Jose María Fidalgo denomina “el mayor proceso de privatización habido en España durante los últimos 30 años: el proceso llevado a cabo por los partidos políticos españoles consistente en apropiarse y copar todos los espacios de la sociedad”. Es cierto, hoy día las cajas de ahorros, la Justicia y los medios de comunicación están dirigidos por los partidos políticos.
Y una política de vivienda que priorice e impulse la vivienda pública exclusivamente en alquiler, como método más progresista y justo, destinada preferentemente a los ciudadanos con menos recursos, con baremos revisables temporalmente y sin el cutre sistema del sorteo. Y que las ayudas sociales destinadas por el Gobierno Vasco, las Diputaciones Forales y los Municipios lleguen a las personas más necesitadas y que éstas no tengan más o menos garantías dependiendo del municipio donde residan. Debemos garantizar la igualdad de los vascos respecto del conjunto de los ciudadanos españoles pero también la igualdad de los vascos independientemente del municipio o territorio histórico donde resida. Y un bilingüismo voluntario e integrador, y políticas progresistas, y el Estado del Bienestar, y una política educativa y cultural moderna y adecuada a los nuevos tiempos. Y un sistema fiscal común. Y la devolución de las competencias de Educación y Sanidad al Gobierno Central. Y la defensa de la racionalización del actual Estado Autonómico, introduciendo profundas reformas a través de los mecanismos establecidos, de modo que podamos constituir un verdadero Estado Federal, conformado por Comunidades Autónomas con las mismas competencias y mismo trato otorgado por el Gobierno Central. Y el laicismo. Y la unificación de municipios. Y una mayor participación ciudadana en decisiones políticas relevantes y una política de infraestructuras razonable y sostenible: es decir, y por poner un ejemplo, que no es necesario, sino todo lo contrario, que todas las capitales de provincia tengan su particular palacio de congresos, su particular aeropuerto, su particular Estadio Olímpico o su particular Museo Internacional sobre no sé qué cosa. Y a los candidatos les toca explicar esto.
Son, a la vista está, muchas cosas que nos diferencian claramente del resto. Propuestas concretas que están siendo defendidas desde hace tres años en el Congreso de los Diputados y desde hace dos en el Parlamento Vasco. Y ahora deben ser igualmente defendidas allí donde se toman decisiones que afectan a los ciudadanos: ayuntamientos y diputaciones forales. Y, obviamente, serán acompañadas de otras medidas más locales, medidas que antes deberán tener una lectura global y contextualizada en el resto de políticas generales.
Y todo esto debemos defenderlo sin sectarismos y con amplia visión de Estado, defendiendo los mismos principios en todos los lugares: porque es lo que más interesa a una mayoría de ciudadanos. Y todo esto debemos defenderlo localmente allí donde nos encontremos, pero previa lectura global del mundo que nos rodea. Debemos alejarnos radicalmente de localismos, regionalismos, particularismos o nacionalismos. Porque somos la alternativa a todo ello. Porque somos la alternativa que defiende la soberanía del individuo frente a las identidades colectivas. Porque defendemos la unión frente a los separatismos. La igualdad y la justicia frente a los privilegios. Y la acción política y el compromiso público… frente a la vida contemplativa y a la ira del español sentado, ese del que habló nuestro amigo Álvaro Pombo.
Gracias, por tanto, a todos los candidatos por dejar de ser españoles cabreados que permanecen sentados. Gracias por levantaros, dar un paso al frente y tratar de cambiar las cosas. De hecho, todos juntos ya lo estamos haciendo.
3 comentarios:
Que no os llamamos corruptos ¡que lo sois!, lo único que decimos es que las cosas pueden mejorar y por favor ¡teneis que entenderlo!.
Como candidato de UPyD en Castellón, me siento aludido y te doy las gracias por ello.
Defender estos principios es un orgullo para todos los candidatos pero hacerlo en el País Vasco es una heroicidad. Gracias.
Publicar un comentario