martes, 5 de agosto de 2008

CUBA.


Seguro que existen dictaduras peores que la cubana, o lugares donde la educación sea una quimera y el acceso a la sanidad privilegio de unos pocos (ricos y sanos), o supuestas democracias una mala copia de lo que deberían. Es probable que muchas de las ideas con las que nos rebaten sean ciertas, y que incluso la idea originaria de la revolución fuera legítima o necesaria. Nunca una falta de libertad tan evidente recibió tantos apoyos de tan distintas personas: ecologistas antisistema, proletariado clásico, burguesía, nuevos ricos y hasta turistas sin escrúpulos de ningún tipo. El icono Che Guevara favoreció el que se mantenga tamaña acumulación de argumentario desprovisto de raciocinio. Uno se pone una camiseta y pasea orgulloso por entre los bares donde se acumulan las clases privilegiadas. Todos hemos leido las biografías de los distintos guerrilerros que tomaron el poder en la isla y nos creemos visionarios de un mundo nuevo, casi hasta descendientes del más rudo de los idealistas que decidió un día agarrar las armas. Javier Bauluz llamó "pacifistas de café" a los izquierdistas de todos los colores que se oposieron a la intervención en los diferentes dramas acaecidos en la extinta Yugoslavia, reclamando armas para defender los genocidios frente a los que envíaban tiritas y mensajes huecos, mientras caían cuerpos ejecutados en los márgenes de las carreteras. Nada es comparable pero hoy los procastristas que nos acompañan cubata en mano los llama un servidor revolucionarios de velada nocturna, situación previa a su realidad diaria que disfruta. Que hablen ellos a través de este blog que adjunto, aunque comparto a pies juntillas lo que defienden los habitantes del territorio vacío, el desierto del interior de Arabia que pateó Lawrence: cuando se les pide distancia ante problemas que no les son suyos, no entienden nada.
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"Yoani SánchezLa Habana, 1975.
Estudié durante dos cursos en el Instituto Pedagógico la especialidad de Español-Literatura. En el año 1995, me trasladé a la Facultad de Artes y Letras – con un hijo nacido en agosto de ese mismo año- y terminé, después de cinco cursos, la especialidad de Filología Hispánica. Me especialicé en la literatura latinoamericana contemporánea y discutí una incendiaria tesis titulada “Palabras bajo presión. Un estudio sobre la literatura de la dictadura en Latinoamérica”. Al terminar la universidad había comprendido dos cosas: la primera, que el mundo de la intelectualidad y la alta cultura me repugnaba y la más dolorosa, que ya no quería ser filóloga.
En septiembre del 2000 me fui trabajar a una oscura oficina de la Editorial Gente Nueva, mientras arribaba al convencimiento –compartido por la mayoría de los cubanos- de que con el salario ganado legalmente no podría mantener a mi familia. De manera que, sin concluir mi servicio social, pedí la baja y me dediqué a la mejor remunerada labor de profesora de español –freelance- para algunos turistas alemanes que visitaban La Habana. Era la etapa (prolongada hasta el día de hoy) en que los ingenieros preferían manejar un taxi, los maestros hacían hasta lo imposible por trabajar en la carpeta de un hotel y en los mostradores de las tiendas te podía atender una neurocirujana o un físico nuclear. En el 2002 el desencanto y la asfixia económica me llevaron a la emigración en Suiza, de donde regresé –por motivos familiares y contra la opinión de amigos y conocidos- en el verano del 2004.
En esos años descubrí la profesión que me acompaña hasta hoy: la informática. Me di cuenta que el código binario era más transparente que la rebuscada intelectualidad y que si nunca se me había dado bien el latín al menos podría probar con las largas cadenas del lenguaje html. En el 2004 fundé junto a un grupo de cubanos –todos radicados en la Isla- la revista de reflexión y debate Consenso. Tres años después sigo trabajando como web master, articulista y editora del portal
Desde Cuba.
En abril de 2007 me enredé en la aventura de tener un Blog llamado “Generación Y” que he definido como “un ejercicio de cobardía” pues me permite decir en este espacio lo que me está vedado en mi accionar cívico.
Vivo en La Habana, junto al periodista Reinaldo Escobar –con quien comparto mi vida desde hace quince años-. He apostado por quedarme y cada día soy más informática y menos filóloga."


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Gorka, he leido el articulo de Jose Goicoetxea hoy en la pagina web del Pais Vasco y me parece penoso y patetico lo que esta pasando. ?Vamos pa tras como el cangrejo?
Como tu le conoceras, te ruego que cuando tengas la oportunidad le des mi enhorabuena.
Saludos/Jose Maria