martes, 27 de diciembre de 2011

Retos para 2012.

2012 se presenta políticamente muy interesante. Es obvio que nos encontramos ante un extenso abanico de asuntos muy apetecibles de abordar, imposible de exponer ni siquiera sucintamente en una entrada de blog. Son muchos temas sobre los que vamos a trabajar sin descanso, pero quiero destacar tres, ahora que se cierra el año y es conveniente pensar durante algunos días en cuestiones distintas de la acción parlamentaria (para oxigenar la mente y volver con nuevos bríos): la superación de la crisis económica, el fin de ETA y la modificación del entramado institucional vasco. Nada va a hacer que nos alejemos de otro tipo de cuestiones supuestamente menores pero, puestos a priorizar, creo que estos son los tres asuntos sobre los que deberemos trabajar más y mejor.


La superación de la crisis económica exige la reforma del Estado Autonómico, la superación de la crisis política e institucional que la ha agravado y abogar por una Europa política y sin fronteras interiores, impulsando una política fiscal común para la zona Euro que acompañe una política económica unitaria. La superación de la crisis económica exige eliminar gasto supérfluo, priorizar mejor gasto e inversiones, reformar el mercado de trabajo y reformar el sistema financiero. La superación de la crisis económica nos exige que no abandonemos a los ciudadanos con menos recursos y en peor situación económica: la salida de la crisis a costa de los más desfavorecidos no sería tal sino justo lo contrario. La salida de la crisis exige que estemos muy atentos dónde se recorta y quienes son los paganos de dichos recortes y, por tanto, deberemos denunciar todos los ajustes que insistan en recortar a los que menos tienen. La salida de la crisis exigirá de los representantes políticos que sigamos marcando líneas rojas: Educación pública, sanidad y prestaciones sociales.


El fin de ETA no se ha producido aún pero espero que pueda finalmente alcanzarse. Dependerá exclusivamente de los demócratas. Deberemos hacer oídos sordos a los cantos de sirena de los malhechores y acólitos y deberá producirse obligatoriamente con vencedores y vencidos. El fin de ETA deberá basarse en la dignidad de la sociedad democrática, en la defensa de nuestras instituciones y en la memoria de las víctimas del terrorismo. El fin de ETA implicar acabar con su proyecto político totalitario, contrario al Estado de Derecho y al pluralismo político. Para que sea tal, no deberá haber impunidad, ni amensia, ni amnistías, ni indultos, ni enjuagues antidemocráticos, ni medidas de gracia ni relato construido a partir de las mentiras del nacionalismo violento. UPyD no tiene más que mantener el discurso que ha sostenido siempre en este asunto.


Y la modificación del entramado institucional vasco: es ciertamente absurdo que una comunidad como la vasca de apenas dos millones de habitantes tenga nada más y nada menos que cuatro parlamentos y tres haciendas forales. Es un disparate que tengamos tres políticas tributarias distintas, una para cada territorio histórico (mientras hablamos de unificar la política fiscal en Europa). Es un esperpento que no tengamos a día de hoy un plan conjunto de lucha contra el fraude fiscal. Aquí seguiremos estando solos, porque sólo nosotros proponemos la modificación radical de la sacrosanta ley de territorios históricos para suprimir las diputaciones forales, esos reinos de taifas que impiden la modernización de la arquitectura institucional del País Vasco. Aquí tendremos enfrente a los foralismos exarcerbados de PP y PNV y el miedo reverencial y la inacción política de los socialistas vascos: lo mismo llevan en su programa político la modificación de la LTH, esa vaca sagrada, que votan en contra de su inclusión para su reforma en el calendario legislativo del Gobierno Vasco.


Ya digo: hay todo un abanico de asuntos pendientes de gran importancia cuya resolución incidará directamente en el común de los ciudadanos: desde la necesaria racionalización del sector público vasco hasta la política lingüística, pasando por la gestión sanitaria, la gestión cultural, el adoctrinamiento ideológico en el sistema educativo, la política de vivienda o la política energética. Todos son y seguirán siendo asuntos importantes. De todos ellos nos dedicaremos con tesón y sin descanso. Pero, puestos a señalar unos pocos, señalo tres: la salida justa de esta crisis brutal, la lucha por la libertad y la acción políticamente incorrecta consistente en defender la racionalización del disparatado entramado institucional que padecemos.

Sean felices.

1 comentario:

Sake dijo...

Cuando hay mucho por hacer, pero se conoce lo que se necesita y se tienen las ideas claras, ya parte del camino está recorrido.
Ánimo Gorka.