A Mikel Basabe, parlamentario de Aralar, le ha producido una pena inmensa la propuesta de UPyD que trata de modificar la configuración del Consejo Asesor del Euskera, ese organismo cuya misión principal es la de asesorar al Gobierno Vasco respecto de la política lingüística a aplicar sobre (y a veces contra) los ciudadanos vascos. A Mikel Basabe, todo hay que decirlo, le producen una pena inmensa todas aquellas propuestas que pongan en cuestión las políticas de imposición lingüística que históricamente se han aplicado en Euskadi y, en concreto, aquellas iniciativas que él considera no van en la línea de construir una sociedad compuesta de ciudadanos obligatoriamente vascoparlantes. A menudo, por tanto, y producto de esa ceguera del que no ve más allá de sus propios intereses, despacha con argumentación escasa iniciativas que tratan de solucionar problemas o disfunciones... y procuran paliar sufrimientos gratuitos que se infringen contra los ciudadanos. La propuesta a la que él se refiere en su artículo "Lobotomías en Osakidetza", consiste en solicitar al Gobierno Vasco que garantice que, entre los vocales a los que tiene derecho a nombrar la consejera de Cultura de entre personalidades de reconocido prestigio para formar parte del Pleno del Consejo Asesor, haya al menos tantos monolingües en castellano como bilingües. Es decir, y superando las manipulaciones que utiliza Basabe en su escrito, que al menos la mitad de sus miembros no sepa euskera. ¿Para qué? Para que en dicho órgano estén representados los sujetos pacientes de la política lingüística, es decir, los monolingües, aquellos que no saben euskera y que sufrirán en sus carnes las políticas que se apliquen. Esto es, que tenga presencia en dicho órgano el punto de vista del monolingüe en castellano. Porque resulta que, a día de hoy, los que asesoran políticas concretas no forman parte de la ciudadanía que las sufre y, en cambio, quienes sí las padecen (o las disfrutan) no tienen ni voz ni voto en dicho Consejo. Y ello a pesar de que esa parte de la ciudadanía es mayoritaria. Ésta es la iniciativa parlamentaria que atormenta estos días al señor Basabe y que a UPyD llena de orgullo.
Más triste nos parece, sin embargo, que el Parlamento Vasco, incluidos los socialistas, haya rechazado la última iniciativa planteada por nuestro grupo en el Parlamento Vasco, relacionada con la política lingüística. Algo sencillo de entender, incluso para los que miran para otro lado: que a los que no tienen competencias lingüísticas en euskera se les permita tener acceso a las listas de sustituciones de personal docente no universitario, siempre que sea para impartir clases de asignaturas donde el euskera no sea necesario. Y que se les permita tener acceso en igualdad de condiciones que a los euskaldunes. Por ejemplo, para dar clase de geografía en castellano. Una monstruosidad para los nacionalistas de toda la vida y para los nacionalistas sobrevenidos que nos gobiernan, pero de sentido común para quien todavía no ha sido inoculado por el virus del sectarismo y las obsesiones lingüísticas. Y para quienes defendemos, contra viento y marea, el discurso de la ciudadanía. Porque, ¿necesita un profesor de lengua castellana saber euskera para impartir sus clases? ¿Necesita un profesor de historia saber euskera para impartir su asignatura en castellano? ¿Necesita un profesor de ciencias naturales que imparte sus clases en inglés saber euskera? Según cualquiera que tenga sentido común, no. Para el actual gobierno (y el señor Basabe), sí. Tal como están ahora las cosas, sólo como último recurso, es decir, cuando no hay otro, se les permite tener acceso a las listas y ser contratados. De modo que se relega a muchos ciudadanos a ejercer su oficio de forma vergonzante, a ser un mero “último recurso”. Así, aparte de producirse injusticas flagrantes (lo vean o no quienes miran para otro lado), la enseñanza pública pierde excelentes profesionales que, o se tienen que ir de Euskadi, o no pueden venir a desarrollar su labor. Quizá sea esto último lo que se pretende. Y se rechaza, por la vía de los hechos y de la imposición lingüística, habilitar una política más abierta y razonable, una política que fomente un bilingüismo amable y voluntario, una política que trate a los ciudadanos como ciudadanos y no como utensilios al servicio del sistema o del idioma. Esto sí es realmente triste: que la política lingüística (y la cultural y la educativa) no hayan sufrido cambios relevantes desde el cambio de gobierno, por razones electorales y por el miedo reverencial que los sobrevenidos tienen al conjunto del nacionalismo. Esto sí que es triste: comprobar cómo una mayoría de representantes políticos obvia los obstáculos que gratuitamente se imponen a los ciudadanos. Y todavía más triste es que se pretenda tildar de enemigo del euskera a quien señala y pretende corregir estos desvaríos.
Más triste nos parece, sin embargo, que el Parlamento Vasco, incluidos los socialistas, haya rechazado la última iniciativa planteada por nuestro grupo en el Parlamento Vasco, relacionada con la política lingüística. Algo sencillo de entender, incluso para los que miran para otro lado: que a los que no tienen competencias lingüísticas en euskera se les permita tener acceso a las listas de sustituciones de personal docente no universitario, siempre que sea para impartir clases de asignaturas donde el euskera no sea necesario. Y que se les permita tener acceso en igualdad de condiciones que a los euskaldunes. Por ejemplo, para dar clase de geografía en castellano. Una monstruosidad para los nacionalistas de toda la vida y para los nacionalistas sobrevenidos que nos gobiernan, pero de sentido común para quien todavía no ha sido inoculado por el virus del sectarismo y las obsesiones lingüísticas. Y para quienes defendemos, contra viento y marea, el discurso de la ciudadanía. Porque, ¿necesita un profesor de lengua castellana saber euskera para impartir sus clases? ¿Necesita un profesor de historia saber euskera para impartir su asignatura en castellano? ¿Necesita un profesor de ciencias naturales que imparte sus clases en inglés saber euskera? Según cualquiera que tenga sentido común, no. Para el actual gobierno (y el señor Basabe), sí. Tal como están ahora las cosas, sólo como último recurso, es decir, cuando no hay otro, se les permite tener acceso a las listas y ser contratados. De modo que se relega a muchos ciudadanos a ejercer su oficio de forma vergonzante, a ser un mero “último recurso”. Así, aparte de producirse injusticas flagrantes (lo vean o no quienes miran para otro lado), la enseñanza pública pierde excelentes profesionales que, o se tienen que ir de Euskadi, o no pueden venir a desarrollar su labor. Quizá sea esto último lo que se pretende. Y se rechaza, por la vía de los hechos y de la imposición lingüística, habilitar una política más abierta y razonable, una política que fomente un bilingüismo amable y voluntario, una política que trate a los ciudadanos como ciudadanos y no como utensilios al servicio del sistema o del idioma. Esto sí es realmente triste: que la política lingüística (y la cultural y la educativa) no hayan sufrido cambios relevantes desde el cambio de gobierno, por razones electorales y por el miedo reverencial que los sobrevenidos tienen al conjunto del nacionalismo. Esto sí que es triste: comprobar cómo una mayoría de representantes políticos obvia los obstáculos que gratuitamente se imponen a los ciudadanos. Y todavía más triste es que se pretenda tildar de enemigo del euskera a quien señala y pretende corregir estos desvaríos.
8 comentarios:
Felicidades por tu entrada. Pues sí, lo de siempre, la pregunta es: a quién representa ese Consejo? a los ciudadanos vascos y sus lenguas? o sólo a una lengua de algunos ciudadanos? A la que tristemente ya se le han atribuído unas nociones políticas detestables.
Es curioso como la gente, los ciudadanos, se convierten en humus o compost donde cultivar el idioma, que al parecer es lo verdaderamente importante.
La ciudadanía, sus derechos y su bienestar al servicio del idioma cuando debería ser al revés.
Desde Aragón, donde nos acaban de "colocar" nuestra propia Ley de lenguas, mucha comprensión y mucho ánimo.
De todas formas no podemos dejar de pensar que estas políticas de gestión de la docencia también pueden estar destinadas a "colocar" en puestos estratégicos (por ejemplo docentes universitarios) a euskaldunes que, en muchos casos, van a ser afines a las tesis nacionalistas y pueden enseñar materias clave desde un punto de vista muy particular.
Tener copados los puestos desde donde se forma (¿adoctrina?) a las nuevas generaciones se ha demostrado clave en la expansión y crecimiento de los nacionalismos.
Cabe preguntarse, pues, porque los socialistas se prestan a esta maniobra claramente favorable al nacionalismo. ¿Complejo hacia los votantes?¿Allanar el camino ante posibles futuros pactos con el PNV?¿Pago por pactos pasados? No sé si usted que sabe más de estas cosas tendrá la respuesta.
Tanta obsesión por el idioma no nos indica que amen ése idioma, más bien nos indica que quieren utilizar la lengua como barrera que separa y divide de unos enemigos que no son más que ciudadanos como ellos mismos.
Leer tu último comentario me ha producido una gran alegría. También soy docente en una CA con lengua propia como si el resto de los humanos hablasen lenguas “impropias”.
Nací en el extranjero y enseñe por primera vez en aquellas tierras. Mi perplejidad fue mayúscula cuando al aterrizar en tierras españolas descubrí que era más importante dominar la lengua “propia” que cualquier currículo por brillante que fuese.
Ahora mismo tengo todos esos títulos en lengua propia imprescindibles para ejercer la docencia, la ejerzo y tengo muy claro cuál es la finalidad, crear un cuerpo de docentes en la que el credo nacionalista no se cuestione. Lo mismo ocurría no hace mucho tiempo con el credo católico.
Esto es impensable en cualquier lugar de la UE, salvo en este país y me alegro enormemente que alguien por primera vez se atreva a cuestionar semejante idiotez.
Con tu propuesta has abierto una brecha en el sistema y ésta va a crecer. No tengas dudas, cuando los muros empiezan a caer de nada sirve apuntalar su desmoronamiento.
Hola Gorka.
Tu articulo me anima a reabrir el debate en Navarra, sobre la necesidad de mantener tres zonas lingüisticas. Tres normativas diferentes en nuestro pequeño trozo de tierra. Donde una enfermera encuentra trabajo, no por saber realizar bien su cometido, si no por ser euskaldun; en una zona plaza segura, en otra casi, casi, y en la tercera, en un futuro...
Hay un tema que nunca he visto tratado, ¿por qué todos los nuevos servicios tienen el nombre en euskera? Pongo por ejemplo, MetaPosta, o Onkologikoa (que aunque es de kutxa, es de la kutxa regida por nacionalistas.
Hola Gorka!
He leido tu entrada y comparto tus reflexiones sobre este tema. El mero hecho de estar cuestionando su forma de imposición, en los diferentes ámbitos de nuestra sociedad, nos convierte automáticamente en españolistas, enemigos del euskera y "fachas" para esta parte de los ciudadanos que, desde muchos años atrás nos han considerado ciudadanos de segunda categoría o, lo que es lo mismo, "Maketos".
Quiero dejar claro que yo no soy enemigo del euskera, nada más lejos de la realidad por mi parte; en mi casa se habla euskera y la lengua de mis seres queridos no puedo ni debo despreciarla. No obstante, no puedo pasar por alto que las políticas lingüísticas de perfiles, con sus exigencias y preceptividades, me han dejado en la estacada y que gracias a éstas tengo claro que mi futuro aquí, es cuando menos, incierto. El Sr. Lehendakari aseguró al comienzo de la legislatura que se iba a terminar con la exigencia de perfiles abusivos y desproporcionados para determinados puestos. Yo, personalmente, me he quedado sin trabajo bajo su mandato, entre otras cosas, por no tener el perfil 2 para un puesto que no lo requería. Luego, ¿dónde está el cambio?. La ambiguedad demostrada por el ejecutivo de Gasteiz sobre este asunto nos certifica que les da miedo meterle mano y consideran, a la vista de su falta de determinación, que es electoralmente perjudicial aprobar la más mínima norma que termine con una situación aberrante, discriminatoria, y me atrevo a decir que hasta inconstitucional. Artículo 14 de la CE y artículo 4.2-c del Estatuto de los Trabajadores.
Mientras ELA y LAB sigan teniendo la batuta sindical en las empresas públicas no hay nada que hacer en este sentido, a no ser que se emprendan acciones claras y contundentes por parte de quienes tienen la responsabilidad de gobernar; que ya es hora...
Aunque para algunos ya sea tarde.
Un saludo.
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