lunes, 4 de enero de 2010

LA MARCHA DE LOS QUE SE QUIEREN MARCHAR.

Que no se les ablande a ustedes el corazón. La marcha de anteayer día 2 de enero en Bilbao no ha sido una marcha en defensa de los derechos humanos de una serie de presos que lo estén pasando francamente mal, con sus condiciones carcelarias rozando lo infrahumano, sin abogados ni garantías judiciales ni derecho a calefacción. La marcha (nunca mejor dicho, la marcha humana de los que se marchan o se quieren marchar) no aboga por la defensa de los toxicómanos vascos presos alejados mil kilómetros de su lugar de origen, ni por aquellos presos no relacionados con su nacionalismo, ni por quienes lo están pasando objetivamente peor, sin visitas familiares y apoyo de ningún tipo. No fue una marcha para defender ninguna garantía que pudiera estar en peligro, sino más bien para hacer piña, convertir a los delincuentes comunes en problema político y volverse a ver los que quieren irremediablemente caminar juntos. No fue la clásica marcha de aquellos preocupados por quienes menos tienen, más padecen, más solos se encuentran o más cerca tienen la muerte. Sino la marcha de los de la secta, la cosa, la entente, el dogma y el polo que no se terminará de enfriar ni aunque padezcamos otros mil muertos. Ésta es el tipo de marcha que fue. Si no hubiera un solo preso etarra ni banda terrorista ni batasuna ilegal, las calles se habrían mantenido vacías como un sábado normal. Bien pudiera haber tantos presos en las cárceles como en la actualidad o incluso muchos más y en mucha peor situación: si ninguno de ellos fuera etarra, les importarían un bledo.

2 comentarios:

Sake dijo...

Cuando se quedan sin razón, cuando ya no hay justificación a la locura, cuando uno por uno no ve dentro de si mismo nada más que vacio, es entonces cuando hay que unirse, hacer el akelarre de la masa, para en la neurosis colectiva ver renacer su sinrazón.

Leonardo Fernández dijo...

Recibida en mi E-mail:
CARTA DE UNA MADRE A OTRA EN EL PAÍS VASCO:

- De madre a madre:

Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV en la
manifestación de ayer a favor de la reagrupación de presos de ETA y su
transferencia a cárceles del país vasco.

Vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo y de lo
que supone económicamente para ti ir a visitarlo como consecuencia de
esa distancia.

Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha
manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la
misma situación y de otras personas querían ser solidarias contigo, y
que contáis con el apoyo de comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, ONG,s, etc., etc.

Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación.

Enorme es la distancia que me separa de mi hijo. Trabajando y ganando poco, idénticas son las dificultades que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia.

Felizmente también cuento con el apoyo de amigos, familiares, etc.

Si aún no lo sabes, yo soy la madre de aquel joven que murió cuando se
dirigía al instituto y que al pasar cerca de un coche aparcado, éste
hizo explosión a causa de la bomba lapa que tu hijo puso en los bajos
de ese coche. En la próxima visita, cuando tú estés besando y
acariciando a tu hijo, yo estaré visitando al mío y depositándole unas flores en su tumba.

Ah!, se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un cómodo colchón y comiendo comida caliente todos los días.

Otra cosa querida: ni al cementerio, ni a mi casa, nunca vino ningún representante de esas entidades que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento, y ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS.